Frontal d’altar romànic dedicat a la Mare de Déu, provinent del santuari de la Mare de Déu del Coll a Osor
Autor: Tallers de Vic
Any: segle XII
Ubicació: l’original s’exposa al Museu Episcopal de Vic
Mides: 100 x 154 centímetres
Tècnica: tremp sobre fusta d’alba
El frontal d’altar romànic del santuari de la Mare de Déu del Coll a Osor està decorat amb imatges de la vida de la Mare de Déu i de Jesucrist, així com amb altres escenes religioses. És una obra d’art important per la seva simbologia religiosa i pel seu detallisme doncs a través de les diferents escenes representades, es pot contemplar la vida i el paper de la Mare de Déu i dels Sants en la història del cristianisme.
Pel que fa al seu contingut, en la part central observem a Maria amb el Nen a la falda dins la mandorla. Al seu voltant trobem els quatre símbols del Tetramorf. Envolten a aquestes figures centrals quatre escenes de la Verge Maria.
En la part superior esquerra trobem l’escena de l’Anunciació. L’arcàngel Sant Gabriel és l’encarregat de transmetre la bona nova a Maria. La Verge està sorpresa en rebre la notícia i té les mans obertes sobre el pit. Totes dues figures es troben dins d’uns arcs de mig punt, recolzats en columnes.
En el nivell inferior trobem el naixement de Crist. La composició resulta una mica estranya, ja que a banda de Josep, Maria i el Nen, també hi ha representat a l’Arcàngel Sant Gabriel. Això vol dir que també s’ha representat el somni de Josep on l’arcàngel l’indica que ha de fugir a Egipte. Josep es troba assegut en el centre de l’escena, sobre el qual trobem al Nen amb el bou i la mula, en una posició no gaire normal i única en la pintura sobre taula catalana. A la seva esquerra trobem a Maria i a la dreta a l’arcàngel.
En la part inferior del costat dret trobem la presentació de Jesús en el temple. Maria dóna el Nen al vell Simeó. Josep porta els quatre coloms per a la ofrena.
Tanca el cicle l’escena de la dormició de Maria, envoltada pels dotze apòstols que la vetllen i la seva assumpció, on la Verge està flanquejada per dos àngels que l’ajuden a pujar al Cel.
Per tot plegat, una meravella del romànic.
Cal esmentar la curiositat de com ha arribat als nostres dies aquest retaule. Resulta que va ser trobat l’any 1887 a dins d’una cort. A la revista La Ilustración Católica de Madrid, en el seu número 24 de data 15/10/1887 (pàg.347) es pot trobar la ressenya de la seva descoberta. Val la pena llegir-la:
En un apreciable colega barcelonés encontramos los siguientes curiosos pormenores del retablo del Santuario de Nuestra Señora del Coll de Osor, recientemente descubierto:
“A los no escasos ejemplares de pinturas bizantinas ejecutadas en tabla, correspondientes á los siglos XI y XII y aun al X, que existen en Cataluña y son familiares á los artistas y arqueólogos de aquella región, podemos añadir un interesantísimo retablo descubierto últimamente por D. Joaquín de Gispert, en el santuario de Nuestra Señora del Coll de Osor, enclavado en la diócesis de Vich.
Encontrábase esta antigua obra formando parte del pavimento de madera del piso del edificio del que fué Priorato del Coll, y por su cara inferior el techo del local que sirve de cuadra ó establo en la actualidad. A la circunstancia de tener la pintura por ese lado, se debe su buen estado de conservación. Arrancada la tabla de tan impropio lugar después de numerosos esfuerzos, y limpia del polvo y telarañas que la cubrían, apareció ser una preciosa pintura que sin dificultad puede atribuirse al siglo XI, coetánea á la construcción del santuario. Tiene la forma de un paralelogramo y mide un metro de alto por 1,54 de ancho, seguido todo él de una gran orla, de fondo encarnado con adornos amarillos de ocre, constituidos por tallos circulares escasamente dibujados.
Divídese en tres compartimientos en la sección perpendicular; ocupa el del centro un nimbo oval tan peculiar en el estilo bizantino, que encierra la imagen de la Virgen del Coll, titular de la iglesia, con la figura del Niño Jesús sostenida por el brazo izquierdo de la Virgen, teniendo en la mano derecha una rama de lirios ó azucenas: se halla sentada en un característico trono de la época, sumamente interesante, ostentando en la cabeza una rica y primorosa corona de oro guarnecida de piedras preciosas de color verde y encarnado, realzando el conjunto diminutos y bien ejecutados dibujos en relieve de genuino carácter románico. Las cuatro enjutas que resultan entre el nimbo y las líneas de los compartimientos laterales las ocupan las conocidas y litúrgicas figuras simbólicas de los evangelistas.
Los compartimientos de cada uno de los lados de la tabla están asimismo divididos en dos secciones ó altos, constituyendo cuatro cuadros con escenas de la vida de la Virgen.
En el cuadro superior de la derecha del espectador, se representa la muerte y ascensión de la Madre del Redentor; en el inferior del propio lado, la presentación de Jesús en el templo; en el alto superior del compartimiento del lado izquierdo, se ve el acto de la Anunciación; y, por último, en el que le sigue, el nacimiento del Señor.
El notable retablo hallado en el santuario de Nuestra Señora del Coll de Osor es interesantísimo como objeto de valor artístico y arqueológico. Por él se revela con toda exactitud el estado de la pintura en el último periodo del arte bizantino, porque también se ajusta á todas sus reglas y preceptos.
Como en los anteriormente conocidos pertenecientes á igual escuela, se halla bien caracterizado por las condiciones técnicas de pintura hecha al incáustico, por el limitado número de colores en él empleados, por lo ingenuo de la expresión comunicada á los personajes, por la falta de dibujo y la simplicidad en el colorido, agrupado en masas de tonos vivos, sin gradaciones ni medias tintas que los liguen entre sí, y por la riqueza de detalles y precisión con que están tratados.
Dentro de la especial fisonomía de este sistema, se nota en el retablo del Coll, como en sus coetáneos, cierta gracia y espontaneidad en la totalidad de la composición y en cada uno de los detalles de la obra, que muestran la práctica y experta mano de un artista muy avezado á trabajos de esta clase. Aunque doliéndose marcadamente del arcaísmo artístico dominante en aquel entonces, hay bastante soltura y corrección en la composición de cada uno de los cuadros que forman el retablo, indicándose especialmente en la perfecta ejecución de la imagen de la Virgen, asunto principal de la obra, no menos que en la manera de agrupar las figuras prescindiendo del desconocimiento de los principios de perspectiva.
El autor de esta tabla se hizo fiel intérprete del progreso realizado por el arte pictórico en los siglos XI y XII, sin prescindir por ello del canon ó sistema peculiar á la escuela bizantina, al que la época le tenía sujeto. Obedeciendo á ella, lo mismo por el sentimiento religioso que le anima a beneficio de su convencional naturaleza artística, que por el arcaísmo del procedimiento técnico y por el uso reglamentado de los símbolos dogmáticos, consagrados por la liturgia, siempre empleado en las mismas condiciones y formas.
Es, por consiguiente, el retablo que nos ocupa una preciosa muestra del progreso que alcanzó en los expresados siglos la pintura de tablas y frontales en esta parte de la Península.”